Quien no arriesga nada, nada tiene
El que no arriesga nada, nada tiene es una afirmación que nos demuestra que una oportunidad de crecimiento personal la podemos encontrar saliendo de nuestra zona de confort.
Por zona de confort podría entenderse la existencia de un estado mental en el que cada persona permanece pasiva ante los acontecimientos que experimenta durante su vida llevando así una rutina y un conjunto de hábitos que no le suponen sobresaltos ni riesgos.
Sin embargo, el riesgo es esencial para crecer en la vida. Sin riesgo no se avanza, las cosas no cambian. Muchas personas, cuando se habla de “riesgo” oyen la palabra “peligro” y el miedo se apodera de ellas. Pero arriesgarse no quiere decir necesariamente ponerse en peligro. Tener miedo del peligro es una reacción normal y esencial para nuestra supervivencia. El riesgo consiste principalmente en salir de nuestra zona de confort (lo ya conocido) para vivir nuevas situaciones que nos permitan crecer.
En una sociedad cada vez más superprotegida y rodeada de confort, el riesgo parece tanto más horroroso. Pero, justamente porque estamos más superprotegido, arropados en su bienestar, maniatados de nuestras posibilidades, es más esencial aún que aceptemos desafíos, que asumamos riesgos. Sólo así podremos realizar nuestros sueños y mejorar nuestra vida. De esta forma, tendremos más satisfacciones, nuestras relaciones con los demás serán mejores, seremos más confiados y estaremos más en forma para superar los obstáculos diarios y encontrar soluciones para nuestros problemas. Aceptando riesgos para conseguir lo que deseemos, tendremos infinitamente más ocasiones de conseguirlo que ni no los aceptamos.
No olvidemos que “la fortuna sonríe a los audaces”. Así sentenciaba Virgilio en uno de los versos de la Eneida, la gran epopeya romana escrita en el siglo primero A.C.
“Fortuna audaces iuvat.”
¡Ánimo!