Los siete hábitos de las familias altamente efectivas

Los siete hábitos de las familias altamente efectivas

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Los siete hábitos de las familias altamente efectivas, es el título del libro publicado por Steven R. Covey, reseñado en el periódico ABC.

Si, en apariencia, creemos que todo está perdido, utilizar estos principios pueden dar un cambio absoluto a cualquier situación.

En su libro, decía Steven R. Covey, autor del muy famoso libro «Los 7 hábitos de las familias altamente efectivas» (Edit. Palabra), las familias sólidas no surgen espontáneamente, sino que sus miembros necesitan combinar energía, talento, voluntad, visión y empeño”. «Aunque creamos que todo está perdido, que el abismo con nuestros hijos es insalvable o que nuestro matrimonio es un fracaso, poner en práctica estos principios puede dar un giro inolvidable a cualquier situación», aseguraba este escritor mundialmente famoso.  Covey, además era profesor de líderes empresariales, y utilizó todos sus conocimientos como experto a la hora de optimizar el tiempo para escribir esta guía. «Para que una familia tenga éxito hay que tener claras tres cosas: un destino, un plan de vuelo… y una brújula», era su lema.

Son siete los hábitos que este autor recoge en el citado libro:

Hábito 1. Ser proactivo. Entre cualquier cosa que te suceda y tu respuesta hay un tiempo, un espacio de libertad. En ese intervalo de tiempo tú tienes la libertad de poder elegir tu respuesta», dice Covey. Con esto se refiere a que a veces decimos cosas que no queremos, o hacemos cosas de las que luego nos arrepentimos. «Lo que todos necesitamos es un botón de «pausa», algo que nos permita pararnos, ver que nos pasa y cómo reaccionamos ante ello, y así poder elegir nuestra propia respuesta». Covey, nos dice que una de las formas más fáciles de afrontar los problemas sería: hacer y cumplir las promesas, para así, aprovechar las  oportunidades y triunfar. Siempre con  sentido del humor.

Hábito 2. Comenzar con el fin en la mente. Esto supone para Covey «tener una perspectiva clara de la razón de ser de la propia familia. Para esto, hay que definir cuál es el destino. Y tener un destino claro en mente, añade, «influye en cualquier decisión que se tome a lo largo del camino». Su consejo en este sentido pasa por crear una especie de «declaración de misión familiar» de cómo quieres que sea ésta a lo largo de la vida, en el que se hable de los hijos que se quieren tener, de los principios que se quieren emplear para educarles, de la importancia de juntarse a la hora de las comidas, compartir experiencias, reír, reflexionar, discutir… Covey, cuenta en el libro cómo él y su mujer tomaron la decisión de anteponer los principios por encima de ellos mismos y de su familia. «Sabemos que tomar esa decisión es lo que, por encima de todo, nos ha dado fuerza para disculparnos, perdonar, ser amables y seguir volviendo al plan de vuelo una y otra vez», decía. Con el transcurso del tiempo pensaron sobre esto y se convencieron de que necesitaban desarrollar y renovar esta especie de «misión familiar» una vez a la semana donde además, había que contar con la opinión de los niños.

Hábito 3. Poner primero lo primero. La familia tiene que estar en primer lugar y  convertir esa” misión familiar” que hemos puesto por escrito, en la verdadera constitución de tu familia. El autor nos da dos simples fórmulas de organización: La primera  sería en un tiempo familiar a la semana. La segunda, en tener «momentos de acercamiento» de tú a tú, con cada miembro de la familia. «Estos dos fórmulas son una manera real de dar prioridad a la familia y de poner «primero lo primero» en la vida.

Hábito 4. Pensar «ganar ganar». Esto nos lleva a, buscar primero el interés del otro, entender sus necesidades, sus aspiraciones, sus miedos… Y se consigue trabajando juntos para ganar, para obtener nuevas ideas, nuevas soluciones, que son mejores que las que cualquier miembro de la familia pudiera lograr en solitario. Así que tenemos que coger los principios del respeto mutuo, del entendimiento, y de la cooperación creativa en todas las estructuras, los sistemas y los procesos de la familia. El objetivo, es: «Déjame escucharte primero» o «ayúdame a entenderte».

Hábito 5. Buscar primero comprender y, después, ser comprendido. Una dificultad que podemos encontrarnos en la familia son los malentendidos. La tendencia a juzgar es un gran obstáculo para tener unas relaciones saludables. Interpretamos  todos los datos para apoyar nuestro juicio y cualquier malentendido lo multipliques por diez. Dos dificultades que encontramos en la comunicación son la percepción o como las personas interpretan los mismos datos, y la semántica, o cómo las personas definen la misma palabra .Hay que ser empáticos, para solucionar los dos problemas.

Hábito 6. «Sinergizar». La clave para crear sinergias es aprender a valorar, incluso a celebrar las diferencias. Son las propias diferencias de los miembros de la familia las que le permiten a ésta alcanzar grandes logros. «La sinergia no es solo trabajo en equipo o cooperación. Sinergia es el trabajo en equipo creativo, la cooperación creativa. Algo nuevo creado que no estaba anteriormente y que no pudo haberse creado sin tener en cuenta las diferencias existentes. Si escuchamos de modo empático, expresamos y generamos con valentía nuevos pensamientos, surge la tercera alternativa», dice Covey.

Hábito 7. Afilar la sierra. «Sucede con todo en la vida: no cuides tu cuerpo y se deteriorará. No cuides tu coche y se estropeará. Ve la televisión durante todo tu tiempo libre y tu mente se deteriorará. Todo lo que no se cuida conscientemente ni se renueva acaba rompiéndose, desordenándose o estropeándose», afirma este autor. «Esto sucede también con la cultura familiar: requiere ingresos constantes en la «cuenta emocional» para mantenerse como está, porque hablamos de relaciones y expectativas continuas. Si estas expectativas no se van cumpliendo, la relación se volverá más tirante, más formal, más fría. Y para mejorarla necesitaremos nuevos «ingresos creativos»».