La mediación como un nuevo proceso de ruptura de pareja
Hoy asistimos al desarrollo de la mediación como un nuevo proceso de ruptura de pareja. Y es que cada vez son más los matrimonios que rompen su relación de pareja. Según el Instituto Nacional de Estadística (INE) el número de divorcios cursados el año pasado ascendió a 104.262, un 0,6% más que el 2011. Las nulidades matrimoniales aumentaron con 133 procesos, un 0,8% más. Sin embargo, las separaciones descendieron 6.369 reduciéndose en un 7,9%. Las comunidades autónomas donde más sentencias de divorcio se registraron fueron Canarias y Cataluña y las que menos Castilla y León.
El matrimonio es una institución por el que se crea una relación o vínculo del que nacen un conjunto de relaciones personales y patrimoniales de carácter estable y continuado. Sin embargo, cuando se pretende formalizar una ruptura conyugal, son varias las alternativas legales que podemos utilizar: nulidad, separación y divorcio. La nulidad matrimonial consiste en determinar la inexistencia o invalidez del matrimonio. La separación matrimonial supone la ruptura de la relación conyugal, pero no del vínculo matrimonial, éste desaparecerá cuando se produzca el divorcio, la muerte o el fallecimiento de uno de los cónyuges. Por último, el divorcio consiste en el procedimiento por el que termina definitivamente la relación conyugal, se disuelve el vínculo matrimonial que queda roto definitivamente, y quedan extinguidas todas las obligaciones a las que se comprometieron cuando contrajeron matrimonio, (salvo aquello que se dicte en la resolución judicial referido a las responsabilidades domésticas, al cuidado de descendientes…).
Una buena opción para llevar a cabo la ruptura de una forma ordenada que conlleve una menor conflictividad, es acudir a mediación familiar lo que permite negociar la ruptura de una manera amistosa lográndose acuerdos beneficiosos para ambas partes, lo que requiere una buena predisposición de todos los intervinientes, ya que este es un procedimiento voluntario
La mediación familiar tiene como objetivo principal el que las partes que han decidido poner fin a su relación de pareja puedan negociar los puntos de desacuerdo o cuestiones conflictivas para darles una solución pacífica.
Voluntariedad, confidencialidad, igualdad de las partes, e imparcialidad del mediador son características esenciales de la mediación familiar. Estamos ante una vía voluntaria, por ello las dos partes deciden someterse a este procedimiento libremente, y tratarán sólo las cuestiones que deseen. La confidencialidad es otra característica esencial de este sistema, y se exige tanto de las partes como del mediador. El proceso de mediación termina con un acta final firmada por las partes en donde se recogen los acuerdos alcanzados.
Después, un abogado podrá dar forma legal al acuerdo final para convertirlo en un convenio regulador que pueda ser aprobado judicialmente en un procedimiento de separación o divorcio de mutuo acuerdo o amistoso.
Una vez que se ha decidido que mecanismo utilizar cada miembro de la pareja deberá sopesar los costes que le va a suponer, debiendo significarse que deberán evaluarse no sólo los costes económicos, sino también los emocionales de las partes en conflicto y, sobre todo, de sus hijos.