Ruptura de pareja

La ruptura del matrimonio es una de las experiencias más traumáticas que pueden sufrir los seres humanos. Aparte de sus implicaciones sociales, económicas e incluso religiosas, es un proceso personal muy conflictivo y doloroso.

Casi siempre se llega a la decisión de separarse o divorciarse después de atravesar un largo túnel de miedo, de culpabilidad y de odio del que las dos partes salen lesionadas, con la moral consumida, las fuerzas gastadas y la autoestima dañada.

Se tardan varios años en recuperarse de la ruptura. Y, si bien el recorrido no es el mismo para todos, al final todos los hombres y mujeres que se divorcian se recuperan; la gran mayoría encuentra la luz al final de este túnel.

Las parejas rotas simbolizan un final y también un principio, esperanzas frustradas y nuevas ilusiones. Gran parte del sufrimiento que soportan no es síntoma de enfermedad, sino un signo de supervivienca y una muestra de su valiente desafío a la desesperanza, al cinismo, a la apatía y al fatalismo humano. Porque la necesidad de relacionarnos íntimamente con otra persona, de amar y de ser amados, es una fuerza instintiva, vital e inagotable en todas las personas.